Babiloni utiliza las texturas para dinamizar la composición en un vaivén de sensaciones que nos hacen viajar más allá de los límites, con el dibujo como argamasa en la que fraguan esos motivos marinos que protagonizan sus cuadros, con sus atmósferas y sus efectos lumínicos con el azul como cromatismo predilecto que, en su dualidad, representa frialdad, soledad y silencio, pero también alegría, plenitud y limpieza expresiva.

Los mares de Babiloni son una proyección del lenguaje secreto del alma.

Carlos Garcia-Osuna
Crítico de arte